Hace algunos años, por razones de trabajo, me mudé a la ciudad de Ferrol. Con la emoción del cambio, las maletas y el ajetreo de la reubicación, había algo que me acompañaba en mi mente: mi pasión por la literatura adulta. Durante años, había cultivado un amor por esos libros que despiertan la imaginación, cuentan historias apasionantes y a veces, oscilan en los límites de lo tabú. Pero había un pequeño problema: no tenía idea de dónde encontrar literatura adulta Ferrol.
La primera semana fue un desastre en ese aspecto. Preguntar directamente parecía embarazoso, así que recurrí a tácticas menos directas. En una panadería, mientras compraba mi pan matutino, solté un comentario casual sobre un libro que estaba leyendo. La panadera me miró con una sonrisa y asintió, pero su mirada decía: «Esta no es una librería, querida».
En el supermercado, intenté iniciar una conversación con una señora que tenía en su carrito una revista de crucigramas. Mi esperanza era que, al hablar de lectura, pudiera deslizar sutilmente el tema de la literatura adulta. Sin embargo, terminamos hablando de sus nietos y cómo el más pequeño ganó un concurso de lectura en su escuela. Agradable, pero no era exactamente lo que tenía en mente.
Después de varios intentos fallidos, decidí ser más directa. Me dirigí a una librería en el centro de Ferrol. Con paso decidido, pero con un rubor creciente en las mejillas, me acerqué al mostrador y pregunté por literatura adulta. El amable librero, un señor mayor con lentes de media luna, me miró y dijo: «¿Te refieres a literatura erótica o a libros sobre la vida adulta y sus desafíos?». Me quedé paralizada, sin saber qué responder. En ese momento, una joven que revisaba los estantes intervino: «Si buscas literatura adulta en Ferrol, hay un pequeño club de lectura que se reúne en la cafetería de la esquina. Puede que encuentres lo que buscas y algunas recomendaciones».
Siguiendo su consejo, me dirigí a la cafetería. En efecto, un pequeño grupo se reunía en una mesa redonda, discutiendo animadamente sobre un libro. Me acerqué, me presenté y expresé mi interés. Para mi sorpresa, no solo me acogieron con los brazos abiertos, sino que descubrí que muchos de ellos compartían mi pasión y, lo que es mejor, tenían excelentes recomendaciones sobre dónde adquirir literatura adulta en Ferrol.
Desde aquel día, mis fines de semana en Ferrol tomaron un giro completamente distinto. No solo encontré lugares donde comprar mis preciados libros, sino también un grupo de personas con quienes compartir impresiones, recomendaciones y risas sobre nuestras aventuras literarias.
Con el tiempo, me di cuenta de que mi mudanza a Ferrol no solo me brindó nuevas oportunidades laborales, sino también la posibilidad de redescubrir mi pasión y encontrar personas con intereses similares. La literatura adulta se convirtió en nuestro vínculo, pero nuestra amistad trascendió las páginas de los libros.
Así que, si alguna vez te encuentras en una ciudad nueva, con una pasión que parece difícil de compartir, da el primer paso, pregunta, busca. Quién sabe, puede que, como yo, termines encontrando no solo tus libros favoritos, sino también amigos con los que compartir tus pasiones. ¡Y siempre recordaré Ferrol como el lugar donde esto sucedió!